CIRCOTIK: El circo en territorio Maya

En 2013 comenzó una nueva etapa para mí como instructora de Circo Social en San Cristóbal de las Casas, Chiapas México. Este estado es un lugar lleno de una riqueza cultural e histórica, donde uno puede aprender de la vida en las comunidades descendientes de los mayas, aquí se encuentran diferentes pueblos en donde aún se hablan variantes del maya: tzotzil, tzeltal, tojolabal y chol. Los 2 primeros aun predominan en los alrededores de San Cris o llamado también Valle de Jobel.

 

Por Laura Luz Villa Bautista
Fotos Gentileza de L.Villa

Llegué a esta tierra, llena de entusiasmo y con el deseo de compartir con los niños, niñas y adolescentes lo aprendido a través de la metodología de circo social. Durante los primeros días me sentí en un lugar fuera del tiempo, ahí la vida transcurre en un ritmo diferente al de las grandes ciudades, la cotidianidad es la tranquilidad, y se notaba aún más en el habla de los nativos que era mezcla de calma, palabras entremezcladas en español y tztozil y creencias mágico-religiosas que daban un ambiente de misticismo.

Durante los primeros meses de trabajo me di cuenta de que en los grupos no se comprendía del todo cual era nuestra actividad, ya que por sí mismo explicar que es el circo social siempre causa muchas dudas, y explicarlo en un contexto como en el que me encontraba fue bastante complejo, ya que para la mayoría no había una referencia cultural sobre el circo y quienes sabían algo nos decían que es donde hay los animales.

La mayoría nunca había entrado a un circo, es por eso que nos dimos el tiempo de explicar que se trataba de un sitio donde se ven cosas asombrosas, tales como personas volar, caminar por los aires, lanzar muchos juguetes sin que caigan al piso y donde uno se divierte, en pocas palabras tratamos de darles a entender que era un espacio donde “jugar” “aprender” y “trabajar en equipo”.

En la sesiones se lograba observar que los participantes, que en su mayoría eran niños de 8 a 12 años, creían que jugar era una pérdida de tiempo, ya que la mayoría de ellos trabajaban para ayudar en la “economía familiar”, aún así, con el paso de las técnicas de menor a mayor dificultad se logró mantener la permanecía de los participantes del grupo y se comenzaron a ver diferentes resultados como una mayor confianza, comunicaban su pensar, reconocían su sentir preguntándose ¿Qué dice tu corazón? y el trabajo como equipo.

Con mucha creatividad, empezábamos a desarrollar estrategias, el ir “adaptando la metodología” al contexto, nos llevó a darnos cuenta de la importancia de la palabra, de ser nosotros quienes teníamos que aprender sobre la marcha.

 

Algunos de los aprendizajes más significativos que tuvimos fue aprender palabras claves en tzotil como gracias (kolabalik), 1,2,3 (jun, chib, oxim), buenos días (lio te, se responde Lio ne), partes del cuerpo, contextualizar los juegos como bulldog. Bolom (jaguar en maya tzotzil) y el saber cómo promover la equidad de género, y a su vez promover espacios sólo de niñas, para expresar ideas y pensamientos, un espacio para niños para hablar de sus emociones de lo que significa ser hombre y después ponerlos en práctica durante sesiones mixtas, promoviendo el respeto

sobre ser hombre y mujer.

Se logró formar un grupo con interés en los juegos que fuimos nombrando en tzotil, lo que les fue algo más familiar, así como ver la perseverancia en el grupo, ya que las técnicas requerían un gran esfuerzo físico como mental, sobre todo en la acrobacia y en las técnicas de equilibrio.

Después de bastante tiempo de convivir con los niños y niñas, me había familiarizado con algunas palabras, por ello uno de los momentos más emotivos de todo este proceso, fue el día que llegamos a una escuela y los niños, como era su costumbre, se gritaban para avisar que habíamos llegado, sólo que en esta ocasión la palabra que usaron fue ¡¡¡Circotik!!!! “Tik” [1]es una referencia de su lenguaje, para explicarlo en términos sencillos de nombrar significa algo similar a “nuestro”, aunque va más allá, es decir, algo que es para todos, que es de todos. En la filosofía maya no existen los otros ¡tú eres yo y yo soy tú! En este sentido los niños y niñas se habían apropiado del Circo, habían también comprendido lo que queríamos lograr en el circo un ambiente de trabajo en equipo, cooperación, confianza y respeto.

Ese fue el gran aprendizaje que me ha dejado mis andanzas por el circo social en Chiapas, que llevo siempre como un gran recuerdo en mi corazón, pasado el tiempo

“Circotik somos todos” continua en tierras mayas, como un colectivo que trabaja para llevar talleres a diferentes comunidades y participó en el CompArte zapatista en 2017.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1]Lenkersdorf Carlos, (2002) Filosofar en clave TojolabalMéxico, D.F. Ed. Porrúa

 

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